jueves, 24 de enero de 2008

Cefetin de Buenos Aires


De chiquilín te miraba de afuera

como esas cosas que nunca se alcanzan

la ñata contra el vidrio

en un azul de frío

que sólo fue después viviendo igual al mío

como una escuela de todas las cosas

ya de muchacho me diste,

entre asombros,

el cigarrillola

fe en mis sueños

y una esperanza de amor.

Cómo olvidarte en ésta queja

cafetín de Buenos Aires

si sos lo único en la vida

que se pareció a mi vieja.

En tu mezcla milagrosade

sabiondos y suicidas

yo aprendí filosofía

dados,

timba

y la poesía cruel,

de no pensar mas en mí.

Me diste en oro un puñado de amigos

que son los mismos que alientan mis horas:

José, el de la quimera

Marcial que aún cree y espera

y el flaco Abel que se nos fue

pero aún me guía.

Sobre tus mesas que nunca preguntan

lloré una tarde el primer desengaño

nací a las penas, bebí mis años...¡

y me entregué sin luchar!

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